domingo, febrero 08, 2009

RELATOS DE CAMBOYA

Un amigo me envía el siguiente relato, que creo interesante darlo a conocer a nuestros lectores. Pienso que quizá nos haga reflexionar...

Haniuc hace collares. Vive de eso. Come de eso.
Una vez a la semana lleva sus collares a la feria. Se sienta en su lugar. Y espera.
Si vende comen. Si no no.
Come ella, comen sus hermanas y su madre.
Cuando la conocí, me di cuenta de lo intrascendente que es la vida de ciudad.
Y que la necesidad hace la sabiduría.
Una niña, sabe mas de la vida que yo, mujer madura “rica” jaja y con soltura.
Cuando me invitó a su casa, me sentí en la obligación de llevar comida.
Se sorprendieron ya que tenían preparado el almuerzo también para mi.
Me sentí avergonzada ante esta gente, que había puesto todo en la mesa, y cuando digo todo es todo ya que nada quedaba en esa cocina, esa casa. En medio de un desierto sin arena.
Esa noche me quedé despierta, replanteadome mi vida.
Armando otra vida, aquí en Camboya. Haciendo algo importante en la vida. Aquello para lo cual siempre me había preparado sin saberlo.
Tantas cosas tendrían que cambiar, dejar tantas tonterías, que nunca me parecieron así pero que ahora me daba cuenta de lo intrascendente que podía ser aun siendo una persona bastante seria y comprometida.
Un orfanato, eso es lo que quiero hacer. Dinero, necesito dinero, bueno no tanto aquí las cosas cuestan poco. Pero valen mucho.
Papeles ¡uf! , habrá que hacer trámites, ¿me harán caso? O se reirán de mi.

Cuando volví a Las Palmas me di cuenta que hay gente que si se interesa. Que no todos se pasan el día mirando el gran hermano.

Un día volví a la casa de Haniuc. Con mi mentalidad de antes pensé, si llevo mas comida...... tendrán para otro día. Así que cuando fui lleve comida de mas como para que efectivamente sobrara. Me recibieron con mucho cariño. Les alegraba que quisiera compartir con ellas ese rato , que curiosamente , no tenia muchas palabras ya que , yo no se camboyano y ella solo saben su idioma y lo justo.
Me fui muy orgullosa de haber traído mucha comida, pensé que les duraría para varios días.
Al otro día tuve que volver ya que me había olvidado la cámara en su casa.
Para mi sorpresa, en la cocina no quedaba rastro de comida.
Convencida de mi buena acción, me sentí autorizada a preguntar por la comida que sobró ayer.

- Haniuc ¿que pasó con la comida que sobro anoche?
- ¡Ah! mi madre se la regaló a unos vecinos.
- Y eso por que?
- Porque nosotros ya habíamos comido, y ellos quizás no.
- Pero esa comida les hubiera servido para otro día....
- Ya, pero ayer ya habíamos comido. Y es suficiente.

Me di cuenta que tenia mucho que aprender de Camboya.

(Basado en un relato de la directora de un orfanato de Camboya.)

No hay comentarios: