Lluís Uría | París
Es un rincón discreto, encajonado entre las vías del ferrocarril y el cinturón Periférico, en la Porte de la Villette, en el norte de París. Un rincón marginal, fronterizo. No es, sin embargo, un lugar desagradable. Es uno de esos pequeños jardines –un square– con columpios para los críos que la ciudad roba de tanto en tanto al asfalto. Hace sol y la temperatura es veraniega. Pero no se oye a los niños. Desde hace semanas, se concentran aquí, y en los alrededores, unos 400 inmigrantes tunecinos en situación precaria, catapultados a Europa desde la isla italiana de Lampedusa. Todos son hombres, entre los cuales seis menores de edad, la mayoría procede de la región próxima a Libia.
2 comentarios:
Es una desgracia pero esos seres humanos todavía no se han debido enterar de que Sarkozy y Berlusconi quieren cambiar el tratado de Schengen y prohíbir la libre circulación de personas en territorio europeo.
No se a donde vamos a llegar... ¿Como nos atrevemos a hablar de derechos humanos?
Me ha chocado especialmente esa frase que dice: " El corazón de París está a sólo veinte minutos en metro de aquí, pero la distancia es la misma que separa a los sueños de la pesadilla."
Entiendo que son muchos los que están llegando, y gente incluso con estudios, y que Africa se está quedando vacía. Sin embargo, sabemos que África es un continente que tiene riquezas, muchas riquezas, y que el egoísmo de unos pocos está rompiendo el futuro de otros muchos. Cuando, en realidad, Africa tendría que poder acoger a todos sus habitantes y más, y que podrían llevar una existencia como mínimo, como la que se lleva en Europa, si no mejor...
Malo, el mundo que estamos creando...
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