La tragedia que cobró la vida de cientos de inmigrantes ilegales en aguas italianas debería llevar al mundo a tomar decisiones que posibiliten el tránsito ordenado de personas en diversas latitudes, algo que beneficiaría a la economía y la equidad globales.
No puede haber sentimientos diferentes al dolor y la tristeza cuando se observan las imágenes registradas tras el hundimiento de una embarcación, poco antes de la madrugada del jueves pasado, en inmediaciones de la isla italiana de Lampedusa, en el mar Mediterráneo. La nave había salido un par de días antes de las costas de Libia, situadas a algo más de 100 kilómetros de distancia, y llevaba a casi medio millar de inmigrantes ilegales, incluyendo a decenas de mujeres y niños.
Poco antes de llegar a su destino, el motor falló y, ante el temor de navegar a la deriva, alguien prendió fuego a una cobija para llamar la atención y pedir ayuda. Lamentablemente, esta acabó iniciando una conflagración en la cubierta, que a su vez generó una estampida, con lo cual el bote se fue a pique.
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Hace 2 años
1 comentario:
Llevamos varios días hablando solo del último naufragio de Lampedusa. No es para menos... Esta noticia ha impactado al mundo. Es interesante conocer también los comentarios particulares.
Sí quisiéramos dejar constancia de que nos molesta la palabra "ilegales" que se acompaña siempre a la de "inmigrantes". Ya que ningún ser humano, ninguna persona, es ilegal. Será ilegal el hecho de querer entrar en un país sin papeles, pero no la persona...
Diario de la Inmigración.
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